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El ciclo integral del agua de Palissy

Sobre el blog

David Balfagon
Ingeniero especialista en gestión de recursos con más de 10 años de experiencia en el sector del ciclo integral del agua. Interesado en la Historia de la Ciencia e Ingeniería del Agua. Doctorando en Lógica y Filosofía de la Ciencia.
  • ciclo integral agua Palissy

Con el término ciclo integral del agua se identifican un amplio conjunto de actividades entorno a la gestión de los recursos hídricos y, también, aquellos fenómenos naturales con los que se explica el devenir del agua por nuestro planeta. Sin duda, es una expresión eficaz y exitosa, a la vista de su recurrente uso. Subyace en ella, además, el poso de una interesante historia de especulación y ciencia que va desde el pensamiento griego hasta los albores de la modernidad.

Ya en el inconmensurable legado aristotélico aparece una referencia al ciclo del agua, basado en la evaporación del mar y la posterior condensación. Sin embargo, esta clarividente imagen adolecía de una precisión suficiente como para comprender el origen de todas las masas de agua presentes en la superficie terrestre. Pensaban entonces, y lo hicieron durante muchos siglos después, que las lluvias eran incapaces de justificar el origen de los vastos volúmenes de agua que observaban en manantiales, ríos y pozos. El agua debía surgir, también, de las profundidades de la tierra, del Tártaro.

Hubo que esperar a que la crítica al mundo antiguo, a tanta sabiduría basada en la autoridad de los clásicos, permitiera avanzar en la idea de un ciclo cuasi perfecto. Fue así como Bernard Palissy (1510-1590) esbozó una de las primeras y más relevantes aportaciones contra la tesis del surgimiento subterráneo del agua. En su obra, Discours admirables de la nature des eaux et fontaines, este singular científico francés se rebela contra el obsoleto conocimiento teórico, afirmando que el origen de los manantiales no es otro que el agua de lluvia. A partir de entonces, entrado el siglo XVII, otros ilustrados como Pierre Perrault, Edme Marriote o Edmund Halley demostraron con mayor profusión de datos como, en efecto, el agua evaporada del mar es suficiente para dar lugar a toda el agua superficial y subterránea.

Pero Bernard Palissy merece, además, una mención especial, por la peculiar forma en que representa el radical espíritu experimentalista que aupó a la ciencia moderna. Proveniente de una familia humilde de provincias, no fue su escasa formación académica la que le permitió prosperar intelectualmente sino sus dotes como ceramista. El descubrimiento de nuevas técnicas de esmaltado le permitió crear unas piezas brillantes muy valoradas en la corte parisina. Su inquietud, su obsesión por la práctica frente al conocimiento heredado le llevó a adentrarse en la hidrología, como hemos visto, pero también en la química, la biología o la religión. Con tanto ahínco que acabaría costándole la vida. Bernard Palissy murió desahuciado en la prisión de la Bastilla por negarse a renunciar a la fe calvinista, a la que se había convertido, fiel a su espíritu crítico.

Más allá del trasfondo histórico, la noción de ciclo integral del agua evoca la convicción generalizada de que la masa se conserva y, con ello, cierto optimismo acerca de la disponibilidad de recursos. Pues hay esperanza si nada se destruye. Sabemos, no obstante, que no todo se transforma según nuestra conveniencia. Que el agua, en este caso, no desparezca absolutamente, no significa que el agua de calidad, útil para el sustento y desarrollo humano no vaya a hacerlo. Es por ello por lo que el cuidado del agua, su tratamiento y acondicionamiento, son una parte fundamental del citado conjunto de actividades del ciclo integral del agua.

Hace apenas unos meses, el parlamento europeo aprobó el reglamento para la reutilización de aguas en el que, por fin, se establecen los requisitos mínimos de calidad y control para que las aguas regeneradas puedan utilizarse en el riego agrícola. De alguna manera, la historia de la circularidad de la que el pensamiento de Palissy participa continúa. Los poderes políticos europeos parecen asumir que la transformación, de la manera sostenible que necesitamos, no va a llegar sin más. Que hace falta acción (e innovación).

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