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La crisis del agua en Irán: sequía, inundaciones y una gestión inadecuada

Sobre el blog

Cristina Novo
Editora Técnica de Smart Water Magazine.
  • crisis agua Irán: sequía, inundaciones y gestión inadecuada
    Shushtar, en Irán. (Imagen: Wikipedia)

Un análisis realizado por Geopolitical Futures desgrana la crisis del agua en Irán: la sequía persistente, una gestión inadecuada, y un clima extremo, agravados por los efectos de sanciones internacionales, componen un panorama desolador para los recursos hídricos del país, a la vez que se exponen posibles soluciones.

¿Cuál es el origen de los problemas de agua? Una larga sequía lleva solando Irán, un país mayormente árido con escasos recursos hídricos, desde hace décadas. El terreno cuarteado no es capaz de absorber el agua de las lluvias torrenciales; este año, casi 100 personas perdieron la vida debido a inundaciones sin precedentes, que causaron pérdidas de 10.000 millones de dólares.

Las antiguas civilizaciones persas prosperaron gracias a infraestructuras hidráulicas avanzadas, explotando las aguas subterráneas. Pero cubrir las necesidades de los 81 millones de habitantes de Irán hoy en día ha llevado a la sobreexplotación de acuíferos. El 55 % del consumo de agua en Irán se abastece de aguas subterráneas, y el 92 % de ellas se utiliza para regadío. Conforme a la política nacional que promueve la auto-suficiencia alimentaria del país, el gobierno subvenciona el considerable coste de bombear aguas subterráneas para usos agrícolas. Por otra parte, el país ha realizado grandes inversiones en la construcción de presas, muchas de poca calidad, en detrimento de otro tipo de infraestructuras hidráulicas, como sistemas de riego, que podrían aumentar la eficiencia del almacenamiento y uso de agua.

La gestión inadecuada del agua se ha visto agravada por un clima riguroso, que cada vez es peor. La disminución de las precipitaciones, el aumento de las temperaturas, y los cada vez más frecuentes fenómenos meteorológicos extremos supondrán una mayor presión sobre los recursos hídricos. De hecho, diferentes investigadores auguran un futuro sombrío con condiciones inhabitables, corroborando las afirmaciones de Isa Kalantari, responsable del Departamento de Medio Ambiente iraní, según las cuales en 2050 el 70 % de la población del país se verá forzada a abandonar su país debido al agotamiento de los recursos hídricos. Las duras condiciones en las zonas rurales ya han provocado la migración interior hacia los centros urbanos, donde el desempleo es un problema generalizado.

La gestión inadecuada del agua se ha visto agravada por un clima riguroso

En cuanto a las implicaciones políticas, la población está frustrada con la gestión de los recursos hídricos por parte del gobierno, por lo que se han producido protestas en las regiones afectadas. El análisis compara la situación en Irán con la notablemente similar en Siria antes de la guerra, donde la sobreexplotación de aguas subterráneas hizo que las comunidades rurales fueran más vulnerables a los cambios en el clima y la población, descontenta, se concentró en las ciudades.

¿Cuáles son las posibles soluciones? Puede que Irán tenga que dejar a un lado su sueño de ser auto-suficiente y ampliar las importaciones de alimentos, al igual que hizo Arabia Saudí. Sin embargo, esto entraña algunas dificultades. La economía de Irán, como la de Arabia Saudí, depende de las exportaciones de petróleo, pero, a diferencia del reino árabe, en Irán las sanciones internacionales limitan la entrada de divisa extranjera, con lo que las importaciones son muy caras.

Otra posible opción es aumentar la capacidad de desalinización, que actualmente se utiliza para abastecer a poblaciones urbanas. Sin embargo, de esta manera no se resolvería la cuestión del uso excesivo de agua para regadío. Y aumentar la capacidad de desalinización requeriría destinar una parte del gas natural de Irán a cubrir las necesidades energéticas de las plantas desalinizadoras, con el consiguiente coste.

La tercera opción que el gobierno está estudiando son los recursos del Mar Caspio. En este caso hay varias cuestiones a tener en cuenta: el agua es salobre, por lo que habría de someterse a tratamiento de desalinización, y sería necesaria una tubería para transportarla a otras regiones del país; también está el impacto sobre el nivel del agua en el Mar Caspio, actualmente en descenso; por último, los países que comparten sus orillas se disputan los recursos de esta cuenca interior.

Finalmente, el gobierno podría adoptar políticas para limitar el crecimiento urbano, modernizar las prácticas agrícolas para lograr una mayor eficiencia del uso del agua, y eliminar subsidios; de nuevo, habría implicaciones en cuanto a costes, y riesgos de exacerbar las migraciones interiores y el descontento. El país tiene pocas opciones disponibles, y todas ellas supondrán un coste considerable, y serán difíciles de implantar. Los aspectos económicos son solo una de las consecuencias de cualquiera de las soluciones propuestas a la crisis del agua. Sus efectos hacen que el país sea más vulnerable a nuevas presiones en un futuro, tanto de naturaleza externa como interna. El futuro de los recursos hídricos, y sus implicaciones económicas y políticas, son inciertos.

Puedes leer la entrada de blog original en Smart Water Magazine.