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Una gestión integrada del agua y optimizar su uso, las claves para garantizar su sostenibilidad

Sobre el blog

Manuel Martín Arroyo
Ingeniero de Montes e Ingeniero Técnico Agrícola con certificación en Marketing y Comunicación, dedicado al desarrollo de proyectos y soluciones en los ámbitos del agua y la agricultura. También desarrollo mi actividad como productor agrícola.
  • gestión integrada agua y optimizar uso, claves garantizar sostenibilidad

Cada día hay más evidencias científicas sobre el cambio climático en el mundo. Los principales y más llamativos son el aumento de la temperatura media de la Tierra; el incremento del nivel del mar y de su temperatura; la frecuencia, cada vez mayor, y la intensidad, de los fenómenos meteorológicos extremos; los cambios que se producen en los ecosistemas, tales como la desertización; el auge del número de especies en peligro de extinción; las continuas sequías; y los efectos sobre el medio ambiente y sobre el ser humano.

España es una de las regiones europeas que más sufrirá los efectos del cambio climático, con dos tercios de su territorio en riesgo de desertización. A ello se une que las cuencas hidrográficas españolas afrontarán un futuro donde los periodos de sequías y de inundaciones serán cada vez más acentuados y, por lo tanto, sus consecuencias serán más graves desde el punto de vista económico, social y medioambiental.

A ello se suman los episodios de temperaturas extremas, cada vez más reiterados y en épocas menos atípicas. Olas de calor extremo y sequías extraordinarias representan una delicada combinación que evidencian síntomas aparentes de emergencia climática y que sitúan a España como una de las regiones del mundo potencialmente más vulnerables ante los efectos derivados del cambio climático.

Esta situación hace que sea esencial que nunca una adecuada gestión de los recursos hídricos disponibles en España, sea cual sea su destino final. Hay que actuar ya. Las decisiones no se pueden demorar más porque aquello que no hagamos hoy, lo lamentaremos mañana. Además, comprometeremos aún más el futuro de las próximas generaciones.

Especialmente delicada ha de ser la gestión del agua que no se dedique al consumo humano, que por razones obvias ha de partir siempre en la primera posición de las necesidades globales. En este sentido, es imprescindible optimizar cada gota destinada a otros fines como la agricultura, más aún, teniendo en cuenta que es la actividad económica que consume la mayor parte de estos recursos cada año en el mundo, con el 70% del total.

La agricultura es un sector estratégico, pues se encarga de suministrar alimentos a la población mundial creciente, por lo que es indispensable producir más utilizando menos recursos: principalmente, suelo, energía y, por supuesto, agua. Sin embargo, ello no debe ser excusa para racionalizar el uso del agua, un bien escaso y necesario para garantizar la calidad de vida de cualquier sociedad, por lo que es indispensable producir más utilizando menos recursos: principalmente, suelo, energía y, por supuesto, agua.

Una correcta planificación y gestión del agua disponible en el entorno a la hora de explotar una finca agrícola contribuye a paliar los efectos del cambio climático, a la vez que garantiza la supervivencia del cultivo y una adecuada rentabilidad para el agricultor, además de contribuir a fijar la población al territorio, luchando contra la despoblación rural. Esto significa impulsar un modelo de agricultura sostenible desde todos los puntos de vista, económico, social y medioambiental, basado en el desarrollo y la consolidación de los cultivos de alto valor, pues son más productivos y rentables, a la vez que optimizan el uso de los recursos.

Una gestión eficiente de cada gota de agua significa también apostar por la tecnología necesaria para avanzar en la modernización de los sistemas de regadío hacia métodos inteligentes y de precisión, además de mejorar las redes de distribución para reducir todo lo posible las fugas y pérdidas de agua, minimizar la huella hídrica y maximizar el potencial del binomio agua-energía aplicado a la actividad agrícola.

Debemos aprovechar todos los recursos hídricos a nuestro alcance, apostando por todas las alternativas posibles: desalación, trasvases, regeneración de aguas residuales, recogida de pluviales, así como ordenar mejor su disponibilidad, a través de conducciones, captación de cauces, regulación de crecidas o construcción de embalses artificiales; y tenemos que apostar por todas todas aquellas innovaciones que nos permitan avanzar hacia la búsqueda de nuevas alternativas.

Además de las innovaciones proporcionadas por las nuevas tecnologías para la optimización del agua para regadío, es necesario impulsar una cultura de la gestión integrada de los recursos hídricos, con políticas más transversales y coordinadas entre las diferentes administraciones, incentivando la colaboración público-privada, así como la participación y el compromiso de todos los usuarios y agentes implicados, innovando en la gobernanza, haciendo más accesible la información y mejorando la evaluación y la transparencia, de forma que se garantice la disponibilidad de agua, en armonía, tanto para el consumo humano como para las actividades económicas y para los ecosistemas que regulan el ciclo hidrológico.

El uso eficaz y eficiente del conocimiento y de las tecnologías de la información y la comunicación permitirán, además, el seguimiento y la evaluación de los resultados de la gestión del agua con criterios transparentes de efectividad, eficiencia, equidad y sostenibilidad.