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La digitalización en el regadío, clave para garantizar la sostenibilidad y la rentabilidad

Sobre el blog

Manuel Martín Arroyo
Ingeniero de Montes e Ingeniero Técnico Agrícola con certificación en Marketing y Comunicación, dedicado al desarrollo de proyectos y soluciones en los ámbitos del agua y la agricultura. También desarrollo mi actividad como productor agrícola.
  • digitalización regadío, clave garantizar sostenibilidad y rentabilidad

La digitalización es, según la Real Academia Española, la acción de digitalizar, es decir, de registrar datos en forma digital o, en su segunda acepción, convertir o codificar en números dígitos datos o informaciones de carácter continuo, como una imagen fotográfica, un documento o un libro. En resumen, la digitalización es el procedimiento mediante el cual, ciertas operaciones pueden efectuarse a través de los medios digitales, ya sea a través de ordenadores o smartphones, normalmente, con la ayuda de una conexión a internet.

En agricultura, la digitalización es una herramienta esencial al servicio de la necesaria modernización del campo: ofrece datos en tiempo real y ahorra tiempo, lo que traducido en términos económicos, posee un gran valor, que se traduce en el coste de la información y en el tiempo ahorrado. De esta forma, las decisiones se toman de una forma más óptima, con mayores garantías de éxito, de manera rápida y flexible, agilizando todos los procesos de la cadena de valor, desde el agricultor hasta el consumidor, redundando en una mayor eficiencia y productividad.

La digitalización de la agricultura es un proceso necesario, imparable y en continua progresión. Sin ella, sería difícil garantizar la sostenibilidad económica, social y medioambiental de un sector que, en muchos cultivos, lleva años padeciendo las consecuencias de los bajos precios y la necesidad de dar un salto cualitativo y cuantitativo hacia un futuro mejor, que proporcione mayores garantías de éxito y una rentabilidad adecuada que garantice su supervivencia.

Aplicada al regadío, la digitalización se enmarca dentro del modelo de agricultura inteligente o agricultura 4.0, que integra la monitorización y la automatización de los procesos y las tareas con el objetivo de mejorar la producción y la eficiencia, lo que hace necesario conocer el funcionamiento de los sistemas y las herramientas que permiten llevar a cabo este tipo de instalaciones tecnológicas o bien, rodearse de técnicos y expertos en la materia, a través de un aliado estratégico que facilite estas labores.

La gestión del riego y la aplicación de fertilizantes mejoran considerablemente su eficiencia si basan sus procesos en la digitalización y la automatización, optimizando el uso de recursos hídricos y permitiendo simultanear el regadío y la fertilización, lo que se traduce en una batería de beneficios para los cultivos: el fertirriego es el el método más racional para aplicar los fertilizantes de forma optimizada, permite un ahorro considerable de agua, nutrir el cultivo de forma eficiente, aumentando los rendimientos y la calidad de los frutos, controlar la contaminación, una mayor eficacia y rentabilidad de los fertilizantes, además de adaptarlos a cada cultivo, sustrato, agua de riego y condiciones climáticas determinadas, durante cada uno de los días del ciclo del cultivo, otorgando un equilibrio permanente a cada periodo vegetativo que experimenta la explotación.

Las herramientas en las que se sustenta la digitalización aplicada al regadío permiten conocer las necesidades de riego del cultivo en tiempo real, pues proporcionan información de primera mano, que puede recogerse mediante el uso de drones, lo que permite calcular unas recomendaciones de riego más precisas y adaptadas a cada zona de la finca, en función de las características y el ciclo vegetativo registrado.

Además de los drones, el big data es otra herramienta que está ganando cada vez más peso en la digitalización del regadío, ya que permite gestionar, desde un dispositivo, todos los datos de una finca relacionados con el manejo del riego, lo que ahorra tiempo y facilita la toma de decisiones, reduciendo el margen de error para el agricultor y, por lo tanto, incrementando la productividad y, a la postre, la rentabilidad de la explotación.

De esta forma, el big data está llamado a convertirse en un instrumento estratégico para mejorar la sostenibilidad de cada finca y, en suma, del conjunto de las comunidades de regantes y del sector agrícola en general, gracias a la óptima gestión de un recurso tan necesario cada vez más escaso como es el agua.

Las zonas que necesitan agua de riego generan grandes cantidades de datos que merece la pena recoger y gestionar, procedentes de medidores de caudales, telemetría, dispositivos IoT (Internet of Things), sensores de humedad, estaciones meteorológicas o satélites, tecnologías al servicio de la digitalización del regadío. El uso adecuado de estos datos permite pronosticar, incluso, la demanda de riego para los próximos días; de igual forma, el conocimiento del estado de las instalaciones de riego posibilita un mejor mantenimiento, detectando fugas, así como evitando roturas y fallos técnicos, reduciendo los costes y mejorando la productividad.

Otra tecnología que mejora el manejo del riego es la inteligencia artificial, una tecnología que permite optimizar los recursos hídricos, controlando todos los parámetros, entre ellos, la humedad del suelo en tiempo real mediante sondas, y utilizando software para aplicar un riego y un abonado de precisión, en función de las necesidades reales de agua y nutrientes de la planta en cada zona de la parcela. El riego por goteo maximiza el uso del agua con un caudal medido milimétricamente, una forma de aplicar la inteligencia artificial al regadío, ayudando a mejorar la precisión y el ahorro de recursos hídricos y nutrientes, además de incrementar la calidad de los frutos cultivados.

En definitiva, la agricultura de precisión utiliza datos, el internet de las cosas, imágenes obtenidas por satélite, mapas de calor, imágenes en 3D generadas por drones y satélites, así como inteligencia artificial para analizar parámetros como el comportamiento y la evolución de los cultivos, las características del suelo, pronosticar las necesidades de riego y nutrientes, planificar las cosechas, anticiparse a los cambios de tendencia de los mercados, ayudar a prevenir y controlar enfermedades y plagas, entre otros.

La tecnología reduce las necesidades de mano de obra. Para su implantación, es necesario realizar un estudio de viabilidad y establecer un adecuado plan de amortización. Con la calculadora en la mano, son numerosos los cultivos con potencial para apostar por una progresiva modernización y uso de las TIC, principalmente, en tareas como la gestión del riego, ante la escasez de los recursos hídricos y los continuos periodos de sequía, cada vez más extremos.