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La Muerte del Mar Muerto

Sobre el blog

Francisco Javier Salguero
Ingeniero Industrial y Máster en Ingeniería Hidráulica y Medio Ambiente. En la actualidad, se encuentra especializándose en hidráulica urbana.
  • Mar Muerto.

El pasado diciembre fue noticia, en toda la prensa nacional e internacional, la realización de un trasvase desde el mar Rojo hacía el mar Muerto (“El mar Muerto resucita”, “Un trasvase del mar rojo para resucitar al mar muerto” o “Histórica unión para salvar el moribundo mar muerto”).

Ciertamente, fue una noticia acogida con júbilo ya que, valga la redundancia, el mar Muerto está muriendo a una velocidad nada despreciable. Ahora bien: ¿Debería este hecho debería acaparar noticias por las soluciones técnicas planteadas para solucionar este grave problema o debería aparecer como un ejemplo de las consecuencias que se derivan de una mala gestión de los recursos?

El Mar Muerto se está secando a una velocidad de un metro por año y el número de hundimientos a su alrededor supera los 3.000

Expongamos el caso.

El mar Muerto es, en realidad, un lago que se localiza en una profunda depresión (416 metros bajo el nivel del mar) entre Israel, Jordania y Cisjordania, siendo su principal afluente el río Jordán. En la actualidad, de acuerdo con el profesor Alon Tal, se está secando a una velocidad de un metro por año y el número de hundimientos alrededor de este supera ya los 3.000, cuando en los años 90 la cifra estaba en torno a los 40 (leer Sinkholes. Habitat destruction. Perilously low water levels. Can a dying sea be saved?). ¿Cambio climático? Para nada.

Para responder a la pregunta, conviene que nos dirijamos al origen del problema, es decir, a la zona de los Altos del Golán, donde se encuentra el acuífero que alimenta el Alto Jordán y el lago Tiberíades. Donde nace el agua que debe recargar al mar Muerto. Y es allí donde, actualmente, y a través del National Water Carrier, Israel se acopia gran parte de los esos caudales para llevárselos hacía sus ciudades, puntos neurálgicos del litoral mediterráneo y al desierto de Neguev, donde se han transformado enormes extensiones en zonas de regadío para cultivar productos extensivos para la exportación. En consecuencia, esta agua que circulaba hasta hace pocos años hasta el mar Muerto, hoy ya no lo hace.

Cabría destacar que el control de estos recursos hídricos ha sido uno de los temas clave en el conflicto entre Palestina e Israel. Una manera más de muestra de poder.

Como resultado, el mar Muerto lleva más de 40 años descendiendo. La evolución de esta pérdida se puede observar en la web del observatorio de la NASA, donde se muestra una misma toma para los años 1972, 1989 y 2011. ¿Y el problema termina aquí? No.

La población sigue creciendo y se requerirán mayores zonas de cultivo si se quiere ser más competitivo. O lo que es lo mismo, se necesitará incrementar el suministro de agua, lo que supone todavía menos agua para el mar Muerto. Es por ello, atendiendo al volumen almacenado en el acuífero situado en los Altos del Golán, que no es infinito, y a los problemas medioambientales que su sobreexplotación está ocasionado, se ha proyectado un suministro alternativo desde el mar Rojo.

El control de estos recursos hídricos ha sido uno de los temas clave en el conflicto entre Palestina e Israel

Una solución que llevaba encima de la mesa muchos años, pero cuya ejecución supone un acuerdo histórico para captar agua salada, desalinizarla y distribuir agua potable para hacerse cargo de los nuevos consumos de Jordania, Cisjordania e Israel, mientras que el agua salobre restante se envía al mar Muerto. Al efecto, el estudio realizado por el Banco Mundial a principio de 2013 para estudiar el caso y aportar una solución no es nada sencillo (Red Sea - Dead Sea Water Conveyance Study Program). En él se concluye que es posible realizar dicho trasvase y minimizar los problemas. Pero se destaca, asimismo, su elevado coste; para empezar habrá que instalar 180 km de tubería. 

A pesar de que esta solución podría parecer comúnmente aceptada en la propuesta de evitar la “Muerte del Mar Muerto”, da lugar también a un grupo considerable de detractores, quienes sostienen que tal propuesta auspiciaría la aparición de otros problemas medioambientales igualmente importantes.

Con todo ello, y para concluir, me gustaría plantear nuevamente la pregunta con la que daba comienzo este post: ¿Debería este hecho debería acaparar noticias por las soluciones técnicas planteadas para solucionar este grave problema o debería aparecer como un ejemplo de las consecuencias que se derivan de una mala gestión de los recursos? ¿No sería mejor aplicar una política de crecimiento limitada a los recursos hídricos existente? ¿Sostenibilidad?  

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