El pasado miércoles 24 de abril, a las 8 horas, La Confederación Hidrográfica del Tajo soltó desde el Embalse de El Pardo un caudal generador del río Manzanares a su paso por Madrid, con un caudal máximo de 15,8 m3/s. La suelta se realizó mediante incrementos sucesivos de 3 m3/s cada 90 minutos y durante cinco horas, hasta alcanzar el caudal punta de 15,8 m3/s, según lo establecido en el Plan Hidrológico de la Demarcación. Dicho caudal se ha mantenido hasta la mañana de este jueves 25, momento en que se inicia el descenso del caudal desembalsado, mediante reducciones sucesivas de 2 m3/s cada 90 minutos.
Los caudales generadores o de crecida se establecen en la gestión de los ríos regulados con objeto de:
- controlar la presencia y abundancia de las especies introducidas,
- mantener las condiciones físico-químicas del agua y del sedimento,
- mejorar las condiciones del hábitat a través de la dinámica geomorfológica y
- favorecer los procesos hidrológicos que conectan el río con los estuarios y sus acuíferos.
La Crecida artificial asociada al caudal generador de un río regulado por embalses se cuantifica como el caudal que llena la sección del cauce. La crecida que origina este caudal generador se diseña definiendo tanto en la curva de ascenso y caudal punta, como en la de descenso, atendiendo a su:
- Magnitud,
- frecuencia,
- duración,
- estacionalidad y
- tasas máximas de cambio.
Debemos de estar satisfechos de que la CH Tajo haya decidido implementar una crecida de caudal generador en el río de Madrid. Lo digo porque es un hecho bastante raro en la práctica de gestión del Agua en España, aunque está demandado en los Planes Hidrológicos (tenemos más 1200 grandes presas, por lo que yo esperaría que cada año se soltaran de media por lo menos 120 crecidas generadoras). Por tanto, primero debemos felicitar a la CH Tajo, pues desde luego tal crecida le ha venido bien al funcionamiento ecológico del Manzanares.
Sin embargo, si queremos trascender y mejorar la gestión, deberíamos evaluar si esta crecida ha cumplido los objetivos marcados anteriormente. Debemos responder a preguntas como: ¿El caudal punta (15,8 m3/s) y las tasas de cambio han sido suficientes? ¿Realmente se ha inundado todo el cauce? ¿Tiene sentido hablar de dinámica geomorfológica en un río constreñido entre dos muros de piedra hormigonada? ¿Qué sedimentos orgánicos o tóxicos se han eliminado? ¿Qué poblaciones de especies introducidas han sido arrastradas por las aguas?
En la gráfica adjunta vemos los caudales históricos que la presa de El Pardo ha soltado. Se trata de caudales regulados, de los caudales naturales no tenemos aforos fiables. Observamos que existen cinco sueltas de crecidas mayores de 80 m3/s, y 10 crecidas mayores de 20 m3/s. Quizás, los 15,8 m3/s son los únicos que podemos permitirnos, pero ciertamente como caudal 'generador' resulta bastante escaso. Si uno se pasea por Madrid Río se da cuenta, que el caudal generador ha hecho muy poco trabajo geomorfológico, a lo sumo ha tumbado algún carrizo en la orilla. No se han creado nuevos bancos de arena, No se ha erosionado ninguna isla revegetada, no se ha arrancado ningún árbol,...
Termino diciendo que espero que me equivoque, pues tengo pocos datos del antes y después de la crecida, y agradecería que se me argumentara en contra. Pero me da la impresión que la utilidad de los caudales generadores son a los ríos canalizados entre paredes de piedra, lo que 'los peines lo son a los calvos'.
Sinceramente, creo que debemos seguir implementando caudales generadores e investigando sus efectos, pues queda mucho camino por recorrer. ¡Pero quizás, deberemos seleccionar mejor donde y como hacerlo, y sobre el cuánto soltar no debemos ser rácanos!